¿Qué nos espera?
“16 Porque el Señor mismo descenderá del cielo con gran voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Después, nosotros, los que aún vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre. 18 Por tanto, animaos unos a otros con estas palabras”. – 1 Tesalonicenses 4:16-18
La palabra rapto no aparece en la Biblia. El término proviene de una palabra latina que significa «llevar, transportar o arrebatar». El concepto del «arrebatamiento» o rapto de la iglesia se enseña claramente en las Escrituras.
El rapto de la iglesia es el evento en el cual Dios «arrebata» a todos los creyentes de la tierra para dar paso a Su justo juicio que será derramado sobre la tierra durante el período de la tribulación. El rapto se describe principalmente en 1 Tesalonicenses 4:13-18 y 1 Corintios 15:50-54. Dios resucitará a todos los creyentes que hayan muerto, les dará cuerpos glorificados y los sacará de la tierra, junto con todos los creyentes vivos, a quienes también se les darán cuerpos glorificados en ese momento. “Porque el Señor mismo descenderá del cielo con gran voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Después, nosotros, los que aún estemos vivos y hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre” (1 Tesalonicenses 4:16-17).
El rapto implicará una transformación instantánea de nuestros cuerpos para adecuarlos a la eternidad. «Sabemos que cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es» (1 Juan 3:2). El rapto debe distinguirse de la segunda venida. En el rapto, el Señor viene «en las nubes» a nuestro encuentro «en el aire» (1 Tesalonicenses 4:17). En la segunda venida, el Señor desciende hasta la tierra para posarse sobre el Monte de los Olivos, lo que provocará un gran terremoto seguido de la derrota de los enemigos de Dios (Zacarías 14:3-4).
La doctrina del rapto no se enseñaba en el Antiguo Testamento, por eso Pablo la llama un «misterio» ahora revelado: “Escuchad, os digo un misterio: No todos dormiremos, sino que todos seremos transformados en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta. Porque sonará la trompeta, y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Cor 15,51-52).
El rapto de la iglesia es un acontecimiento glorioso que todos debemos anhelar. Finalmente seremos libres del pecado. Estaremos en la presencia de Dios para siempre. Hay demasiado debate sobre el significado y el alcance del rapto. Esta no es la intención de Dios. Más bien, el rapto debería ser una doctrina reconfortante llena de esperanza; Dios quiere que «nos animemos unos a otros con estas palabras» (1 Tesalonicenses 4:18).
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