Me enfrento a la adicción…
La Biblia nos aconseja vivir una vida de moderación y sabiduría, pero con demasiada frecuencia las adicciones nos colocan en un camino hacia la destrucción y la infelicidad. Recurrimos al pecado sexual, las sustancias, la comida, el juego y otras actividades malsanas como estrategia para superar dificultades, como antídotos contra la soledad y para llenar otros vacíos de nuestra vida. Una vez atados a las cadenas de la adicción, no tardan en aparecer sentimientos de vacío, vergüenza, quebranto y soledad. La vida se convierte entonces en un ciclo interminable de intentar superar el dolor, pero sintiéndonos impotentes para cambiar nuestras circunstancias. La dura verdad es que no podemos superar estos patrones malsanos por nosotros mismos, pero Dios sí puede.
Aunque lo creamos de corazón, nuestras adicciones pueden hacernos sentir indignos del amor de Dios. Sin embargo, Jesús nos llama a pensar de otra manera. “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Llevad mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera” (Mt. 11, 28).
El peso de la adicción se hace más liviano cuando buscas una relación con Cristo. Él sabe lo que significa ser tentado; cuando Jesús ayunó durante 40 días y 40 noches en el desierto, Satanás intentó tentarlo. Él también conoce tu pecado y te ama y está dispuesto a perdonarte de todos modos. «Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana» (Isaías 1:18). Las adicciones pueden rompernos, pero Cristo puede recomponernos. Invítale a entrar en tu vida orando por Su fuerza y sabiduría, leyendo la Palabra, desarrollando relaciones basadas en la fe y pidiendo perdón si vuelves a caer en los viejos hábitos.
Al invitar a Dios a tu vida, puedes encontrar la fuerza para hacer frente a la adicción, y superar la adicción. Pablo escribe en 1 Corintios 10:13: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea la común a los hombres. Y fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir. Pero cuando seáis tentados, Él también os dará una salida para que podáis resistir”.
También somos conscientes de que Dios utiliza a las personas en nuestras vidas para curarnos y sanarnos. La mayoría de nosotros necesitaremos la ayuda de otros junto con nuestra fe para liberarnos de la esclavitud de la adicción. Está bien y es necesario buscar profesionales de la adicción para que nos ayuden en el proceso de recuperación. No dude en pedir ayuda.
Article from justbetweenus.org (Addiction)