Importancia de la Biblia
Es imposible exagerar la importancia de la Biblia. A lo largo de los siglos, innumerables hombres y mujeres han escrito volúmenes para subrayar la importancia de las Escrituras. Pero no debemos fiarnos de la palabra de ningún ser humano. Lo único que importa es lo que la Biblia nos dice sobre sí misma.
Algunos escritores han llamado a la Biblia la carta de amor de Dios para nosotros. Otros la han descrito como nuestro manual para la vida. Es ambas cosas y mucho más. La importancia de la Biblia se basa en el hecho de que es la revelación de Dios a nosotros (Juan 1:1-5). La Escritura es la Palabra de Dios a la humanidad. Es inspirada, o respirada por Dios, lo que significa que cada palabra en cada parte de los manuscritos originales proviene de Dios: «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, reprender, corregir y formar en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente preparado para toda buena obra» (2 Timoteo 3:16-17). La Biblia también es inerrante, lo que significa que cada palabra en cada parte de su etapa original, escrita a mano, no tiene errores (2 Pedro 1:20-21; Salmo 12:6; Proverbios 30:5; 1 Tesalonicenses 2:13).
La importancia de la Biblia es que nos da la oportunidad de ver y conocer a Dios. Las Escrituras revelan su carácter y naturaleza, su soberanía y poder, y la razón por la que nos creó a nosotros, el universo y todo lo que hay en él. Leemos acerca de los tratos de Dios con la humanidad, su bondad y gracia, su luz y amor, su santidad y justicia, y su misericordia y compasión.
La Biblia revela el deseo de Dios desde el principio de tener un pueblo propio (Levítico 26:12). En ella, aprendemos acerca de la perfecta comunión que los seres humanos una vez tuvieron con Dios en el paraíso y cómo se rompió por el pecado y la desobediencia. Pero gracias al sacrificio del Hijo de Dios, Jesucristo, podemos ser perdonados. Descubrimos que Dios desea redimirnos y restaurarnos a una relación correcta con Él (Romanos 5:1-11, 18-19). A través de la lectura de la Palabra de Dios, podemos llegar a comprender el propósito de nuestras vidas, así como los planes de Dios desde el principio de los tiempos hasta la eternidad (1 Pedro 2:9; Efesios 2:10).
La importancia de la Biblia radica en que es un libro que da vida. La Palabra de Dios es viva y poderosa, “más cortante que la espada más afilada de dos filos, pues corta entre el alma y el espíritu, entre las coyunturas y los tuétanos. Pone al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos” (Hebreos 4:12). El Dios que desea redimirnos dio a Su Palabra el poder de salvarnos (2 Timoteo 3:15). Hemos «nacido de nuevo, no de semilla perecedera, sino de incorruptible, por la palabra viva y permanente de Dios» (1 Pedro 1:23).
La Biblia no sólo tiene poder para salvarnos, sino también para santificarnos: «Ahora que os habéis purificado obedeciendo a la verdad, de modo que os amáis sinceramente los unos a los otros, amaos profundamente, de corazón» (1 Pedro 1:22). La Palabra de Dios tiene el poder de limpiarnos, santificarnos y hacernos santos (Juan 15:3; 17:17; Efesios 5:26). Y Su Palabra nos da el poder para vencer al pecado y llevar nuestros pensamientos a la obediencia espiritual a Dios (2 Corintios 10:4-5).
La importancia de la Biblia es que nos muestra la voluntad de Dios. Obedeciendo lo que el Señor dice en la Biblia, podemos mantenernos puros (Salmo 119:9, 11). Meditar en las enseñanzas de las Escrituras nos hará prosperar espiritualmente y nos traerá bendiciones y verdadero éxito en la vida (Josué 1:8; Santiago 1:25).
La Biblia contiene sabiduría y orientación esenciales para abrirnos camino en la vida: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino» (Salmo 119:105). Jesús nos enseñó a depender de la Palabra de Dios para nuestro «pan de cada día». No podemos subestimar la importancia de consumirla con regularidad, pues es el combustible de nuestra vida espiritual (Deuteronomio 8:3; Mateo 4:1-4). La Palabra de Dios nos equipa y nos capacita para servirle (2 Timoteo 3:17; Hebreos 4:12), y podemos esgrimirla como nuestra mayor arma ofensiva contra nuestro adversario, el diablo, y los poderes de las tinieblas (Efesios 6:17).
La Palabra de Dios es eterna: «La hierba se seca y las flores se caen, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre» (Is 40,8). La verdad es eterna: «La suma de tu palabra es verdad, y cada una de tus reglas justas permanece para siempre» (Salmo 119:160). ¿Cómo podemos dudar de la importancia de la Biblia, cuando leemos: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán jamás» (Mateo 24:35)?
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